Pedro Garcia Rubio, conocido artísticamente como Rubio, es un tío de mi mujer Joana, además de un gran amigo y aficionado, como yo, a la pintura. En los años 1960 Pedro se marchó a Venezuela, donde sigue residiendo. Al principio de su estancia se puso a trabajar en un taller mecánico de reparación de coches. Como experto pintor de carrocerías, es una de las personas que mejor domina la técnica de pintura al duco que yo haya visto nunca. Su excelencia y profesionalismo le permitieron abrir un taller propio y tener la exclusividad para toda América del Sur para las reparaciones de pintura de Rolls Royce.
Pronto empezó a aplicar su extraordinaria técnica en la vertiente pictórica, a pesar de que él se considera más un artesano que un artista. Su progresión fue meteórica, y se especializó sobre todo en la restauración de pinturas de los grandes maestros venezolanos, como Alejandro Otero o Mateo Manaure.
Con el maestro Alejandro Otero entabló una gran amistad y firmaron conjuntamente muchas obras que se pueden contemplar hoy en día en importantes museos del mundo, como el Museo de Arte Moderno de Nueva York o el de Caracas.
A pesar de que ha hecho (y hace) continuamente obra de producción propia, nunca ha querido exponer, para mi desesperación. Su extraordinaria técnica le permite crear cualquier elemento dentro de su estilo, muy cercano a Vasarelli. Últimamente ha reproducido alguna obra mía de la que, según dice, está enamorado. Os adjunto alguna imagen de sus cuadros.
Pedro, ¿cuándo exponemos?